SOLICITO UN DERECHO.

Ese aliento que te susurra en mi cama,
que me hace despertar, los gritos en la calle,
el ya no puedo más.
Que ensordece mis oídos y me hace muda,
porque mis sueños me han despertado,
porque ellos no pueden más, verme gritar.
Y ese mapa, que se acongoja al verme abrir los ojos,
que espera mi lamento cuando me ve despertar.

Sin sentido, sonámbula escribo para no hacerme esperar,
no me importa si es tinta ó lápiz,
porque mi montón de papeles
se acuerda cada día de mi,
mis dedos me hieren sino saco a relucir
lo que ve mi sonrisa escondida, y me siento,
y un café tengo de amigo en esta temprana tertulia.

No hay derecho el no escuchar más
de lo que uno realmente quiere.
La escarcha, sujetada aún
por la sombra de la aurora,
envenena al sol caliente de quien vienen a juzgar.
¿Quién espera ser juez, o quién espera que le juzguen?

Si en bares llenos de mugre, escribían la palabra libertad.
Con servilletas de papel se divertían y creaban paisajes
nocturnos bajo la sombra de una copa.
Me arrodillo a sus pies por no estar allí,
me arrodillo ante mi mente que sueña descubrir,
me arrodillo, ante un señor por el que vale la pena seguir.

El frío, hoy ni siquiera me hace temblar
porque me abrazo a ti, lleno de letras y de suspiros de otros,
de testigos que vieron amaneceres afortunados,
y de otros, que sus amaneceres
se los llevó la guadaña, por aquel entonces.

Y mi cama me pide a gritos que vuelva.
Y de nuevo, mis sueños me dejan sola.
Y mi cama... de nuevo...
me pide a gritos que vuelva.

Patricia López Castillo.


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