Se alimentan de su aliento. Seducidos por el ser humano olisquean su distinguido olor que los empuja a la caza. El hombre es llevado a la locura. El miedo, es la esencia perdida. El miedo, es la ausencia que sujeta la austeridad en la tierra. Se espantan por un bocado apetitoso que les urge tomar. En su supervivencia, cotejan la misma nobleza. Pero el hambre, no tiene dueño. Y en un duelo, enseñan los dientes presos y devastados por su gran enemigo. Camaradas, se privan de su mano para levantarse. Se afanan y discuten por su presa. ¿Castigarla? ¿Demolerla? o abstenerse... ...¿Y si quizás la manada, ya está preparada y escondida bajo el manto de sus llantos? Para atacar sin mirar atrás. Para nutrirse de la miseria o morir juntos en la lucha. Y si desnudos y con agallas, consiguen su alimento, la guerra no fue en vano y los presos serán espartanos.