Déjame que te cuente.
Déjame que no
llore.
Déjame que mi
angustia
no sea amarga
a mis pasos,
arrastrados y
sin rumbo
sin llegar a
ninguna parte,
Sin fuerza van pisando
aquellas
lágrimas que me dejaste,
testigos de
nuestro desnudo al azar.
Déjame que te
bese,
aquella
herida que sin curar aún sangra.
Déjame que te bese,
Déjame que te bese,
que mis
labios enrojezcan
tus mejillas
de nuevo,
como antaño, en esos días soleados.
¡Qué fueron de aquellos días!
Dime, si aún buscas piedad en tu alma,
¡Qué fueron de aquellos días!
Dime, si aún buscas piedad en tu alma,
consuelo en
mi sonrisa,
quizás no
seré yo,
quien sepa
sostenerte en mis brazos.
Quizás, no seré, quien haga de ti mi prisionero.
Y si aún pides piedad en tu mirada,
Quizás, no seré, quien haga de ti mi prisionero.
Y si aún pides piedad en tu mirada,
¡Ni rencor ni
lástima!
¡Que se
lleven los demonios
quien de ti no
se apiada!
¿Porqué pedir paciencia
¿Porqué pedir paciencia
si ni
siquiera te la ofrecieron?
¿Porqué encontrar perdón
¿Porqué encontrar perdón
cuando ni
siquiera te has perdonado?
Ay, Alma viajera y pura.
Déjame que tu angustia
Ay, Alma viajera y pura.
Déjame que tu angustia
no sea amarga
en tu caminar.
Que no pierdas tus pasos,
Que no pierdas tus pasos,
que no vayas
sin rumbo.
Déjame decirte,
Déjame decirte,
que tu
corazón, a nadie debes.
Déjame, descubrirte ante este mundo
Déjame, descubrirte ante este mundo
enseñarte,
que lo puro, también se contamina.
Permitirme dejarte esta nota;
Que el tiempo no aleja,
el que se aleja no olvida el tiempo.
Permitirme, en esta nota recordarte:
Permitirme dejarte esta nota;
Que el tiempo no aleja,
el que se aleja no olvida el tiempo.
Permitirme, en esta nota recordarte:
“Que no eres
preso del perdón, ni esclavo del dolor.
Permítete a ti mismo, tu propio corazón”.
Permítete a ti mismo, tu propio corazón”.
Comentarios
Publicar un comentario